Al hablar del desafío de la educación inclusiva en tiempos de COVID-19, es imprescindible abordar el rediseño de la escuela, mismo que implica la adaptación hacia una nueva realidad educativa, iniciando con la implementación de protocolos de bioseguridad, que permitan evidenciar que los alumnos se encuentren en lugares seguros y libres de contaminación; así también, se abordará el replanteamiento de nuevas metodologías y estrategias pedagógicas para mejorar el sistema educativo. Una de ellas es el aula invertida, aquel espacio colaborativo de interacción entre el estudiante y docente.
Sin olvidarnos de la relevancia que conlleva la flexibilización del currículo, la inserción del diseño universal de aprendizaje (DUA), promoviendo de gran manera la educación inclusiva y respondiendo hacia las necesidades de la diversidad; además de los aprendizajes basados en proyectos, los cuales determinan resultados positivos en la escuela con la ayuda de la familia.
Además, se analizará el rol del docente descrito por Díez y Sánchez (2015), citados por Espada, Gallego y Gonzalez (2019): ya que “[…] juega un papel importante, puesto que el enfoque inclusivo, implica la implantación de recursos y estrategias que permitan a la comunidad educativa y concretamente al profesorado, afrontar con éxito los cambios que suponen esta nueva practica educativa” (pág. 208).
Finalmente se hará una revisión de la tecnología educativa, que entre muchas de sus bondades está el uso de las TIC, se realizará un breve análisis de cómo influye en estos momentos de conmoción social, no así también la influencia de la Web 2.0, dentro de la educación inclusiva y de la brecha digital misma que precisamente ahora, compone un elemento fundamental dentro de distintos contextos en los que muchos alumnos se hallan inmersos. El futuro éxito de la educación inclusiva dependerá, por lo tanto, del planteamiento de estas barreras como un desafío para la sociedad.